El
día 15 de julio de 2017 el diputado Gabriel Rufián publicaba un
tuit que decía: “Hacer política con Joan Tardá es como jugar al
fútbol con Messi”. Yo le respondí diciendo: “más bien es jugar
al fútbol con Ovejero, un central del At.Madrid que cosía a patadas
a los delanteros”.
La
imagen que transmite Joan Tardá siempre me ha resultado entre
grotesca y cómica a la vez. Creo que es el diputado que más teatro
hace, mucho más que Pablo Iglesias y Rufián, que ya es decir, y lo
podría llegar a considerar como un personaje curioso dentro del
folklore hispano. No obstante, la gente que arrastra, su agresividad,
el salario que cobra y las implicaciones que tiene el proyecto que
defiende, creo que ya no es para tomárselo a broma. Lo considero más
un agitador que un político. Es uno de los que mejor representa la
política nacionalista catalana de los últimos años: hacer
propuestas no destinadas para organizar y gestionar las relaciones
sociales y mejorar la vida de los ciudadanos, sino pensadas para que
el gobierno central se las derogue, de esa manera van transmitiendo
la idea de que son víctimas de España, tienen una permanente
justificación y van consiguiendo apoyos para mantenerse en el poder.
Tardà
es consciente de que su voluminosa presencia física, acompañada con
su voz grave y potente, irradia energía, por lo tanto es un recurso
estético que usa. Otra cosa son los argumentos que aporta cuando
toma la palabra, centrados casi siempre en una misma idea, la
independencia de Cataluña o los ataques que recibe desde vete a
saber cuando. Nunca ha disimulado su desprecio a España, lo cual
casa muy mal con la supuesta intención de una fraternal amistad
llegado el caso de la independencia. Creo que cuando Joan Tardà se
retire sus mejores recuerdos de su vida dedicado a la política serán
los años que estuvo en Madrid, pero no por el trabajo que realizó,
ni por las amistades que haya podido establecer, sino porque disfruta
siendo la piedra en el zapato del gobierno central. Esa es su zona de
confort.
Pero
independientemente de su imagen, lo que me ha llamado la atención en
los últimos días ha sido el artículo que publicó el 1 de julio de
2017 en el periódico digital El Diario.
El enlace es este:
La
gente desconoce la enorme diferencia que hay entre publicar para una
revista científica y para un periódico. La diferencia está en el
método científico. En una revista especializada al autor se le
exige que sus afirmaciones estén basadas en datos, sean
experimentales, estadísticos, documentales o del tipo que sea según
corresponda a la naturaleza de la investigación. Esto implica que
todo lo que afirmes ha de ser verificado, y necesariamente cualquier
lector ha de tener la oportunidad de poder comprobarlo, por lo tanto
has de aportar el origen de tus datos, cómo los has obtenido, cómo
los has seleccionado y, finalmente, cómo los has analizado. Esa
exigencia no existe en un periódico, o si existe es muy laxa. Es
lógico que un periódico exija menos a un colaborador que una
revista científica, pero pienso que no vendría mal incrementar el
nivel.
El
artículo que voy a analizar es corto, son apenas dos páginas en el
procesador de textos, pero está lleno de afirmaciones que o bien son
directamente falsas, o bien sesgadas, o bien sin contrastar, o bien
son simples deseos o esperanzas que cree que se van a confirmar con
los hechos. ¿Por qué? Porque lo dice él, que está convencido de
ello, sin más.
Para
analizarlo usaré la técnica de responder como si estuviera
dialogando con él en directo. En color rojo será el texto de Joan
Tardá y en negro mis comentarios.
EL
REFERÉNDUM SOBRE LA REPÚBLICA CATALANA CONDUCIRÁ A LA III
REPÚBLICA.
Joan
Tardà i Coma
Los
partidos y las instituciones del régimen del 78 se oponen
frontalmente al referéndum catalán porqué (sic,
el acento) supondría el triunfo del principio democrático de
la voluntad popular sobre las reglas establecidas hace 40 años. Se
redactó entonces una Constitución que nació muerta, bajo la
presión de los poderes fácticos, a instancias del ministro de
Franco Manuel Fraga. (Entre Franco y Manuel
debería ir una coma).
Ya
en la primera frase se plantea el sesgo no solo ideológico, sino
cognitivo incluso. Los partidos políticos y las instituciones
españolas desde 1978 no son democráticas. Su única justificación
para sostener esta afirmación es que la redacción estuvo sometida,
según él, bajo la presión de los “poderes fácticos” y
participó Manuel Fraga, exministro de Franco. Supongo que con el
término “poderes fácticos” se referirá al ejército, a la
Iglesia y a los grandes empresarios y banqueros.
Sinceramente,
da un poco grima tener que recordarle al diputado Tardà -aunque más
que a él, a sus seguidores- que Jordi Solé Tura y Miquel Roca
Junyent, del Partido Comunista y de lo que se llamaba por aquella
época “Minoría Catalana”, respectivamente, fueron redactores de
la Constitución. ¿No eran demócratas esos dos políticos citados?
Es
curioso que desde la irrupción de Podemos tras las elecciones
europeas de 2014 se haya establecido como una categoría intelectual
el término “régimen del 78”, con un significado no analítico o
descriptivo de un fenómeno social o de un proceso histórico, sino
más bien con significado emocional, algo a rechazar y superar por
estar contaminado por esa falta de democracia, y supuesta presión de
los “poderes fácticos” de la época en la que se redactó la
Constitución. He aquí entonces una falacia muy usada últimamente:
debido a que alguien sin pedigrí demócrata como Fraga participó en
la redacción de la Constitución, ya toda
la Constitución es no democrática. Siguiendo
la misma lógica, debido a
que Alianza Popular lo fundó Manuel Fraga y otros que venían del
franquismo, su sucesor, el Partido Popular, no es un partido liberal
conservador, sino que sigue siendo un partido fascista. Esta es la
lógica que subyace.
Los
que sostienen esta idea usan también la metáfora “ruido de
sables”, dando a entender con ello que los militares estaban detrás
de las deliberaciones, amenazando a los siete redactores de la
constitución y a su equipo de asesores con un nuevo levantamiento
militar en caso de que la redactaran de manera distinta a como la
querían los “poderes fácticos”.
A
estas alturas he de decir que esa interpretación me parece una
gilipollez, aparte de una manipulación de los acontecimientos. Si ha
habido una institución en España que ha evolucionado
democráticamente e incluso
de manera ejemplar han sido precisamente el ejército y las fuerzas
armadas en general.
Una
de las características que
define al sistema democrático de los regímenes dictatoriales es que
las fuerzas armadas están subordinadas al poder civil, a
la ley en última instancia.
Sí, hubo varios intentos de golpe de Estado de los militares y que
culminó en el frustrado de 1981 del teniente
coronel Tejero. Pero la
mayoría de los militares de
la época eran plenamente conscientes del cambio que se estaba
produciendo en España y que se debía producir. De hecho, ese mismo
año de 1981 se ingresó en la O.T.A.N., y
una decisión así, que es nada menos que la incorporación a un
acuerdo internacional, no se toma de la noche a la mañana, sino que
hay muchas reuniones y deliberaciones detrás. Con el ingreso en la
O.T.A.N. los militares y, por
ende, el Estado entero,
se sometían
al ordenamiento jurídico internacional de nuestro entorno y
aceptaban su forma de proceder.
Creo
recordar también que la primera solicitud que hizo España para
ingresar en la Comunidad Económica Europea data de 1970. Obviamente
España en esa época no cumplía las condiciones para el ingreso,
pero la idea ya estaba en los altos funcionarios del Estado. Solo
nueve años después de la muerte del dictador España entró como
miembro de pleno derecho de la Comunidad Económica Europea. El
cambio de la dictadura a la democracia se estaba produciendo antes de
la muerte de Franco. Sigamos.
Los
expertos constitucionalistas consideran “muerta” una Constitución
que no se puede adaptar a la evolución de la sociedad. Sólo en el
mes de mayo pasado 17 Estados modificaron sus constituciones vivas,
entre ellos la República Federal Alemana para resolver las
reclamaciones de Baviera sobre su contribución excesiva al fondo de
solidaridad entre los “lands”.
La
Constitución española no sólo no se ha adaptado, sino que ha
retrocedido. La prevaricación del Tribunal Constitucional que
modificó el Estatuto aprobado en referéndum por los ciudadanos de
Catañuña vulnerando el artículo 152.2 de la Constitución de 1978
que establece que un Estatuto aprobado en referéndum sólo puede ser
modificado por el mismo procedimiento, es una muestra extrema de este
caminar hacia atrás como los cangrejos. La respuesta de la mayoría
del pueblo catalán han sido siete años de movilizaciones
extraordinarias de más de un millón de personas y las victorias
soberanistas en las elecciones de 2012 y 2015. La metamorfosis
popular y política catalana han conducido al plebiscito sobre el
estado independiente en forma de república. Un referéndum que
abrirá el camino para proclamar la III República.
Estos
dos párrafos están en total sintonía con las críticas que hace la
cúpula de Podemos a la Constitución del 78. Se lanza una idea
sencilla para captar apoyos: la Constitución no se adapta a la
evolución de la sociedad. Escuchando a Pablo Iglesias y a los
nacionalistas catalanes da la sensación de que no ha pasado nada
desde 1978, que seguimos instalados en la dictadura franquista.
El
Tribunal Constitucional no prevaricó ni modificó el nuevo Estatuto
de la Comunidad Autónoma de Cataluña, solo declaró
inconstitucionales algunos de sus artículos. Disculpe, señor Tardà,
pero en derecho la jerarquía legislativa es una de sus principales
normas y el Estatuto no puede transgredir la norma primera que es la
Constitución, de la cual se derivan todas las demás, en
consecuencia, ocurrió lo que tenía que ocurrir, declarar
inconstitucionales y por lo tanto anulados los artículos que iban en
contra de ella. Vuelve también con ello al argumento-excusa de la
sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 como motivo principal
del paso adelante para la independencia. Oculta el hecho de que ese
proyecto ya estaba en el programa de 1990 de Convergencia Democrática
de Cataluña elaborado por Jordi Pujol. La idea era ir eliminando
paulatinamente los vínculos legales, simbólicos y emocionales con
España e ir creando la nación catalana. ¿Cómo? Primero con la
obligación del uso del idioma catalán excluyendo y eliminando el
castellano, no solo en la escuela, sino en todos los letreros y
carteles en la calle. Se prohibieron incluso las figuritas de adorno
del folklore andaluz en las tiendas para turistas, detalle que
parecía no tener importancia, pero que los diseñadores de todo este
proceso supieron ver su importancia simbólica y estratégica. Y,
después, poco a poco, y esto es lo más importante, ubicando en los
puestos clave de toda la administración autonómica a personas
afines a la idea nacionalista, creando con ello una extensa red
clientelar. Esa estrategia no viene de la sentencia de 2010, sino que
es un proceso lento y fraguado desde años anteriores. La sentencia
de 2010 no es más que una excusa para transmitir el mensaje de que
el Estado oprime a Cataluña.
Leyendo
la Constitución y analizando
todo el desarrollo legislativo
posterior, podemos afirmar que la Constitución del 78 rechazaba por
completo el franquismo. Un ejemplo muy claro: al ser la Constitución
la primera norma y respetando el principio jerárquico, las demás
leyes
no pueden contradecir la norma primera. En España se ha hecho una
ley que permite el matrimonio homosexual ¿alguien puede tan siquiera
imaginar una ley así durante el régimen franquista? Sin
embargo para el diputado
Tardà la Constitución no se puede adaptar a los nuevos tiempos.
La
gigantesca propaganda del régimen del 78, que controla todas las
televisiones y los principales periódicos españoles, que enaltecen
a todas horas sus supuestos logros, no consigue esconder su
naturaleza corrupta y su incapacidad
para ofrecer un horizonte de futuro a los jóvenes. Éstos, que no
habían nacido en 1977 ni en 1978, son los más perjudicados por la
incapacidad de la oligarquía española. Un dato irrefutable: la tan
cacareada recuperación económica de 2015 y 2016 no ha impedido que
en estos dos años ha habido menos nacimientos que defunciones, lo
que no ocurría desde 1939. Con más de un 40% de paro juvenil, con
contratos precarios y a tiempo parcial, con sueldos de menos de 1000
euros y alquileres de más de 700 euros los jóvenes no pueden
emanciparse y mucho menos fundar una familia.
Si
hiciéramos caso a la primera frase de este párrafo concluiríamos
que en España no hay libertad de prensa y que incluso se sigue
emitiendo el NODO. Y esto lo dice un diputado que pertenece a uno de
los partidos que forma la coalición que gobierna en su parlamento
autonómico, y que subvenciona a todos los medios de comunicación
que son afines a su proyecto. Su afirmación no es falaz, es falsa,
simplemente. En el resto del párrafo hace un uso sesgado de los
datos respecto a la mayor tasa de defunciones que de nacimientos,
vinculados a la crisis económica. Él dice que no ocurría desde
1939; pero según el Instituto Nacional de Estadística, eso mismo
también ocurrió en 1999. Es obvio que la crisis económica afecta
al proyecto de vida de una persona. Si no tengo dinero, no me
arriesgo a tener un hijo con mi pareja y, desgraciadamente, la tesis
de Robert Malthus se repite con frecuencia según el ciclo económico.
¿A qué viene entonces retrotraerse a 1939 sin aportar datos
estadísticos rigurosos? Única y exclusivamente para mantener el
mensaje de que seguimos viviendo bajo el régimen franquista y nada
ha cambiado. En busca de la justificación perdida, podríamos
titular esta novela.
Al
mismo tiempo, la corrupción y las cloacas del Régimen del 78
proyectan la verdadera naturaleza del sistema político vigente. La
lista de 60 casos del PP que recordó Irene Montero dejó clara la
dimensión de la codicia de los partidos que monopolizan el poder.
Por mi parte, añadí la negativa a investigar los 1600 millones que
ha acumulado Juan Carlos I en sus años de reinado y el papel de los
corruptores de las grandes constructoras.
Además,
tenemos la malversación legal. El Banco
de España ha cuantificado en más de 60.000 millones los euros que
los contribuyentes tendremos que pagar para cubrir la quiebra de
tantas cajas de ahorros derivada de la burbuja inmobiliaria. Era una
buena ocasión para destinar esta enorme cantidad de dinero para
crear un gran parque público de vivienda, como el que existe en la
mayoría de países europeos. La oligarquía ha utilizado estos
60.000 millones para concentrar todo el poder financiero en sólo
cinco megabancos.
Al
mismo tiempo, la investigación de
periodistas valientes ha sacado a la luz las miserias policiales. En
el documental «Las
cloacas de Interior» el
policía Jaime Barrado lamenta: «El
sistema está tan corrupto que expulsa a los decentes». A
su lado las maniobras del Gobierno español en la fiscalía general
del Estado, en anticorrupción, en desplazamiento de jueces para
entorpecer los procesos judiciales que abordan los casos de
corrupción muestran que el poder judicial es manipulado para
mantener la impunidad de los poderosos.
Estos
tres párrafos son los únicos con los que estoy de acuerdo, porque
la corrupción es algo endémico en España y se debe perseguir y
castigar. Ahora bien, destaca el estilo, el tono que emplea, con su
continua agresividad. No estaría mal mencionar también la
corrupción en Cataluña, que no es poca. También hay que señalar
la exageración y, de nuevo, tomar la parte por el todo. El que haya
jueces corruptos no implica que todo el sistema judicial sea
corrupto. En cualquier caso, la corrupción sí es una asignatura
pendiente en España.
La
conmemoración de los 40 años de las
elecciones de 1977 se ha utilizado para magnificar el mito de la
Transición española. Ya lo denuncié en la fallida investidura de
Pedro Sánchez: el modelo español de transición solo fue seguido
por el General Pinochet en Chile. El modelo de reconciliación y
democratización, admirado por todo el mundo, fue el de Nelson
Mandela en Sudáfrica, con su Comisión de la Verdad. Por esta razón
recibió el premio Nobel de la Paz y a su entierro asistieron todos
los jefes de Estado del mundo. Al funeral de Adolfo Suárez, acaecido
pocos meses más tarde, sólo asistió un jefe de Estado extranjero:
el dictador Teodoro Obiang. No hay evidencia más clara del ínfimo
prestigio del régimen postfranquista.
En
este párrafo se incide en el esfuerzo nacionalista para
desprestigiar a España todo lo que sea posible. Es evidente que la
Transición española no fue un camino de rosas, pero tampoco es para
tirar todo por la borda. Yo era pequeño en aquella época y tanto lo
que recuerdo, como lo que he leído después, el espíritu general
era el intento de no repetir la guerra. Conociendo la tradición
“cainita” y vengativa entre los españoles, sinceramente, me
pareció y me parece un acierto el eliminar el espíritu de venganza,
que es lo que transmite ahora Tardà y su compañero Rufián. El
Partido Comunista en los años 50 ya redactó una resolución que
hablaba de la reconciliación. También es falso que solo Pinochet se
fijara en el proceso de transición en España. En el ámbito
académico creo que ya va por el 9º congreso sobre investigadores
del franquismo y la transición, y en las revistas de ciencia
política internacionales también hay estudios sobre ello, y no
precisamente para desprestigiarlo.
El
diputado Tardà utiliza un recurso publicitario muy habitual:
vincular un valor a un producto, para conseguir que en la mente del
consumidor se asiente la idea de que al consumir ese producto, aparte
de su utilidad práctica, se adquiere también el valor asociado a
él. Vestir ropa de la marca Lacoste no te hace ni más deportista ni
más joven, pero si en la publicidad se asocian esos valores a esa
ropa, quien la viste puede llegar a creerse que tiene un aire de
distinción sobre los demás. Esto es algo que el nacionalismo
catalán lo hace continuamente, por supuesto todo lo español se
relaciona con valores negativos. Vincular, en este caso, la
transición con Pinochet, o que solo asistiera el dictador Obiang al
funeral de Suárez, refuerza la idea de que el denominado régimen
del 78 es una continuación del franquismo y, por lo tanto, los
catalanes ya hemos tomado la decisión correcta de independizarnos de
España, que al igual que su Constitución, es irreformable y no se
adapta a los tiempos. Ese es el mensaje que lanza.
Pero
lo mejor viene ahora. Copio completo el final de su artículo y lo
comento.
Hay
las condiciones para repetir en España la metamorfosis contra el
régimen del 78 que se ha producido en Catalunya. Como en el 14 de
abril de 1931 España puede acostarse monárquica y despertarse
republicana. El triunfo del “si” al Estado independiente en forma
de república el 1 de octubre generará una crisis en el régimen
monárquico que ni la piel de elefante de Rajoy podrá resistir. Los
siguientes pasos del Parlament de Catalunya para implantar la
República Catalana desencadenaran un conflicto democrático de
altísima intensidad, con el retorno de los presos políticos en
España. La situación será tan convulsa que se convocarán
elecciones generales.
Ante
estas elecciones se debería plantear una actualización del Pacto de
San Sebastián de 1930. Todos los partidos contrarios al régimen del
78 deberían incluir en su programa, como mínimo, un punto común:
la convocatoria de un referéndum sobre monarquía o república. Si
la proclamación de la República Catalana fuese reprimida por la
fuerza y sus representantes democráticos estuviesen encarcelados, se
debería añadir la amnistía como otro punto central del programa
común. Si estos partidos obtuviesen la mayoría absoluta en el
Congreso se convocaría el referéndum sobre monarquía o república.
Si ganase la república, el paso siguiente no sería otro que la
celebración de elecciones constituyentes. La victoria de las fuerzas
republicanas habría finiquitado el corrupto e incapaz régimen del
78 y la proclamación de la III República sería realidad.
Si
Catalunya no ha conseguido la
independencia a causa de la represión del Reino de España, la III
República deberá reconocer la República Catalana. Si por contra,
ésta ya se ha consolidado debería proponer a la república española
y a la portuguesa una Unión Ibérica como entidad reforzada dentro
de la Unión Europea, siguiendo el ejemplo del Benelux. Se cumplirá
el proyecto de Francesc Macià al proclamar la República Catalana
dentro de la Unión de Repúblicas Ibéricas el 14 de abril de 1931.
¿Qué
decir de esto? Cuando lo leí por primera vez “flipé”, como se
dice popularmente. ¿En qué época vive este señor, en 2017 o en su
ensoñación de los años 30 del siglo XX? ¿A qué presos políticos
se refiere? Aquí está su mayor falacia: de la proclamación de la
república catalana se derivará y producirá, necesariamente, la III
república española, sin más explicación que su creencia. ¡Con un
par!
También,
alude a algo que me parece peligroso: la existencia de violencia
desencadenando un conflicto de altísima intensidad. Por
supuesto ese conflicto él lo denomina democrático, faltaría más.
¿Qué significa eso realmente? ¿Otra semana trágica en Barcelona?
Da la sensación que está deseando que ocurran actos violentos, que
el gobierno de Rajoy use al ejército para parar la insurrección que
él ve inmediata, y que el pueblo saldrá a la calle para conquistar
la libertad que el malvado y pérfido Estado español reprime.
Encadena,
además una serie de acontecimientos dignos del mejor cuento de
política-ficción: proclamación de la república catalana, →
represión del Estado, →
revueltas callejeras de altísima intensidad, →
elecciones generales, →
victoria por supuesto de la izquierda, →
referéndum sobre república o monarquía (que como ya
Cataluña ya es independiente, no participaría), →
victoria de nuevo de la izquierda, →
proclamación de la tercera república española →
y, por último, federación ibérica con Portugal incluido.
Solo le falta decir y fueron felices y comieron perdices.
¿Este
señor está en sus cabales? ¿Se comportará igual en su casa? ¿De
verdad semejante loco merece el salario que gana? Lo peor no es que
él, desde su cargo de diputado, diga lo que dice, sino que lo apoye
y lo admire mucha gente en Cataluña.
La
idea de la federación ibérica, desde un punto de vista teórico, no
me parece mal, pero solo teórico. ¿Portugal querría? ¿Los
españoles querríamos? Un proceso largo, sospecho. Por otro lado
¿qué nos garantiza que con una federación así (él la llamaría
de naciones ibéricas) se gestionarían mejor los recursos? Es
posible que sí, pero habría cosas que deberían estar
necesariamente centralizadas, tales como el ejército y la vigilancia
de la costa, el sistema de seguridad social y las cotizaciones, los
seguros de desempleo y, sinceramente, también, el sistema educativo
y el sanitario, para que los ciudadanos de dicha federación tuvieran
igualdad de oportunidades y acceso a los servicios ¿no lo cree así,
señor Tardà?
Si
los mercados de trabajo y de mercancías no cambian ¿para qué
queremos primero destruir lo que tenemos (con violencia previa, como
usted ya se ha encargado de predecir), y luego federarnos? No parece
tener en cuenta al menos dos problemas que aparecerían: el primero
el caciquismo de cada territorio, y el segundo la dificultad del
idioma, catalán, castellano, euskera, gallego, aranés, portugués y
cualquier otro idioma inventado como el bable. Por otro lado, aquí
mucha palabrería sobre la organización institucional, pero del
mercado de trabajo ni pio, y encima este hombre se define de
izquierdas. ¡A otro perro con ese hueso, señor Tardà!
Quiero
pensar que no soy solo yo el que ve la raíz y la esencia totalitaria
y violenta del nacionalismo, no solo el catalán. Quiero pensar que
no solo yo soy el que ve que el proceso independentista catalán está
dirigido y diseñado por personas irracionales, fundamentalistas,
autoritarios. Quiero pensar, por último, que la mayoría de los
catalanes no son como Joan Tardà. Afortunadamente me consta que es
así, pero también hay muchos como él.