Voy
a poner un ejemplo de mala argumentación. Es escenario es twitter,
un buen lugar para observar como piensa la sociedad, pero un mal
lugar para conversar.
Con
este ejemplo quiero demostrar:
a)
La necesidad de entender o descubrir las premisas implícitas.
b)
Las graves consecuencias de usar la educación como medio para un
objetivo político, este caso dos, agresividad e imposibilidad de la
comunicación.
c)
La necesidad de incrementar los esfuerzos en educar bien a través de
fomentar la argumentación correcta.
Todo
comenzó con mi respuesta a un tuit del diputado Gabriel Rufián, que
dijo esto:
@gabrielrufian 8 h
hace 8 horas
Y yo
le respondí este otro:
Hubo una serie de tuis en los cuales acabó apareciendo el término
fascismo, como suele ser habitual en estos casos. Entonces intervino
una cuenta denominada @MisterandRufus e introdujo estas dos
definiciones:
Fascismo:
sistema de gobierno el cual la ley impera sobre las libertades de sus
ciudadanos. (1)
Democracia:
sistema de gobierno en el que el pueblo es quien hace las leyes y
tiene voz para ser escuchada. (2)
A la
primera definición le respondí con este tuit:
E
inmediatamente me respondió con este otro:
Y se
lió parda.
Hubo
un intercambio de tuits entre los que destaco estos dos, a lo que
continuaron otros de otras personas, pero yo ya no intervine.
Enserio
usted mezcla los derechos humanos con la legalidad democrática? Le
creía algo más inteligente en ese aspecto.
Luego,
un rato más tarde, otra persona, citando mi tuit de la “curiosa
definición” me dijo esto (incluyo los emoticones):
Más
Quan et dones compte q ets un feixista... (Paniagua) #adéuespanya #adéufeixistes #marxem
Pero
independientemente de la refriega, me ha llamado la atención las dos
definiciones expuestas, más el tercer tuit explicativo. Los repito
para no tener que volver a subir la página:
“Fascismo:
sistema de gobierno el cual la ley impera sobre las libertades de sus
ciudadanos. (1)
Democracia:
sistema de gobierno en el que el pueblo es quien hace las leyes y
tiene voz para ser escuchada. (2)
Oposición
entre libertad y ley? La ley se modifica o crea mediante la libertad
de la sociedad. No se crea para que ésta esté sometida.”
Está
claro que twitter no es el mejor medio para divulgar la teoría
política. Pero independientemente de eso, la primera interpretación
que me vino a la cabeza tras leer la primera definición, es que
Mister Rufus entiende el fascismo como un antagonismo entre ley y
libertad. La clave del enunciado es la preposición ‘sobre’. Es
decir la ley sirve para someter a la libertad. De ahí el tuit
siguiente de Jorge a. m. Y aquí aparecen las premisas implícitas
(que a mi me gusta llamarlas como las denomina Aristóteles,
entimemáticas).
Está
claro que en los regímenes fascistas hay leyes, como en los
democráticos, y sí, efectivamente, estoy de acuerdo en que en el
fascismo las leyes restringen y someten la libertad de las personas.
Ahora bien, siguiendo el sentido de esa definición, y en el contexto
en el que se producen los actos de habla en el debate sobre el
proceso independentista catalán, Mister Rufus da a entender que las
leyes actuales en España son fascistas, porque actúan contra la
libertad del pueblo catalán. Esta interpretación se corrobora con
la segunda parte del tercer tuit “No se crea para que ésta (la
sociedad) esté sometida”, más la visita a su actividad en
twitter. Aparentemente, por la primera parte del tercer tuit, Mister
Rufus aceptaría esa relación entre ley y libertad, pero él se está
refiriendo a que las leyes españolas someten la libertad del pueblo
catalán (premisa entimemática). Pensé en decirle que en democracia
no hay libertad sin ley, pero preferí no continuar.
La
definición de democracia que aporta Mister Rufus no merece la pena
comentarla mucho, es tan pobre que me da hasta grima, aparte de
inaplicable. ¿Cuántas asambleas de barrio se deberían hacer para
elaborar una ley? Vemos que subyace la teoría desarrollada en el
transcurso de los últimos años que afirma que la democracia directa
es mejor y “más democrática” que la democracia representativa.
Lo de “tiene voz para ser escuchada” parece que da a entender que
en España no hay libertad de expresión. Esto no es una falacia, es
demagogia.
En
este breve ejemplo vemos como el nacionalismo catalán ha hecho un
gran trabajo de educación en un sentido determinado: todo el que no
piense como ellos es fascista. Ha llegado un punto en el que ya no
solo hay que hablar de las deficiencias en la argumentación, o del
uso constante de las falacias, que en ese sentido todos los partidos
las emplean, sino en el aspecto autoritario del nacionalismo catalán.
Lógicamente no lo van a reconocer nunca, pero a la mínima aflora.
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